domingo, 11 de enero de 2009

Desacato a la Justicia y corrupción institucional

El Tribunal Supremo dicta sentencia firme por la que la Generalidad ha de incluir una casilla en las hojas de preinscripción escolar para que los padres puedan elegir la lengua en que prefieran que sus hijos sean escolarizados.
Con un cinismo espeluznante, mientras Montilla y sus secuaces declaran que, “su percepción no interpreta que se esté incumpliendo la ley” o que “su Gobierno siempre acata las leyes”, las sentencias, efectivamente, no se cumplen. Y, es más, el secretario de Política Lingüística y ex militante del entorno del grupo terrorista de Terra Lliure, Joan Bernat declara: "Utilizan todas las armas posibles contra el catalán, pero esta sentencia no tendrá trascendencia
y por tanto no afectará al modelo (lingüístico de inmersión)", porque "como mucho, pondremos una casilla de más en las hojas de preinscripción de las escuelas".

Así es. Ni se ha cumplido, Ni se cumple ni se va a cumplir. Pero sí que se cumplen, en cambio, las leyes coactivas y totalitarias con las que extorsionan a los ciudadanos. No es extraño, ellos detentan y usufructúan los poderes coactivos del Estado y nos los aplican con todo rigor cuando nos mostramos renuentes a cumplirlas.
Ahora bien, si el Gobierno autonómico perpetra un acto de rebeldía, los poderes públicos que están obligados a sancionar y encarcelar a los delincuentes, desde luego, no lo hacen. Y así, los jueces del Tribunal Supremo y Zapatero y sus secuaces se hacen cómplices en el delito con ellos. Lo mismo hizo Aznar con Atucha, cuando éste se negó a obedecer la sentencia y disolver el grupo parlamentario terrorista en el Parlamento autonómico del País Vasco. Todos debían estar en la cárcel.

1 comentario:

australino dijo...

Hace unos cuantos años el gobierno de la Generalidad declaró abiertamente que no pensaban poner en marcha la LOCE, la ley educativa que diseñó el PP, entonces en el gobierno. Creo que en esos años gobernaba CiU en Cataluña. Fue un indicativo muy claro de que algo muy importante había cambiado, un reto al gobierno central en toda regla. El asunto no fue a más porque la ley resultó maldita a la postre y apenas entró en vigor, pues al poco tiempo hubo cambio de gobierno. Pero la lección importante no es la entrada o no en vigor de una ley educativa más entre tantas. Creo que lo importante fue la abierta desobediencia a las instancias centrales. Y más importante aún, la inconsciencia generalizada ante ese desacato.

Han sabido tensar tanto la goma de las competencias y los supuestos derechos y todas esas pamplinas que son capaces de meter por el aro de la "intransigencia centralista castellana" a cualquier mínimo atisbo de intención, de sugerencia, de consejo, que pueda afectar siquiera sea levísimamente a su intocable sistema de gestión autonómica. Ante las leyes que no les cuadran, directamente se rebelan, las queman. Y nosotros, miramos impasibles.