El cortijo del abuelo
También pensaron,
según iban conociendo la raza humana, que estaban expuestos a que los vagos,
maleantes y malhechores les robaran los chorizos y jamones que con tanto amor
habían cultivado durante el año, o mancillasen el honor de las doncellas
familiares, no menos codiciadas. Y así, pensaron que más les valdría contratar
algunos vigilantes de la playa con buenos garrotes, con lo que tuvieron más
gastos. Pero como los malhechores no sólo eran de la familia, sino que también
muchos de otros cortijos y gente errante, no sólo codiciaba los jamones,
chorizos y virtud de doncellas, sino la misma tierra donde habitaban, hubieron
de suscribir otro contrato con otra empresa de seguridad muy más sañuda, esta
con látigos, garrotes y arcabuces. De manera que aún tuvieron más gastos que
sustentar. Aunque considerando la paz y la tranquilidad en que vivían, los
daban por bien empleados.
Y además, como era
una familia de buen coraszón, también pensaron que gastarían alguna parte de
sus haberes en ayudar a las criaturas que no tuvieran con que se mantener. Y
gastaron mucho, mucho más. Gastaron en la póliza de Sanitas para todos, en las
facturas de los colegios para las criaturas y aun las universidades, en
construir pisitos para quienes no tuvieran dónde caerse muertos, etc, etc, etc.
Todas cosas muy útiles e incluso benéficas para la generalidad de todos ellos.
Y entendiendo el abuelo que este subceso era bueno, fízolo escribir en este
libro e fizo que se cunmpliera de ende en adelante.
Otrosí, llegaron a
ser tantos los negocios y trámites de tanta empresa como se acometía, que el
buen padre, trabajador como era se plantó diciendo: -Hijos míos me teneis hecho
un esclavo y la vida no me da para más. Así es que, si quereis que sigamos con
los negocios, algunos de vosotros, los más listos y obedientes, se vendrán aquí
conmigo a ayudarme en este maremagnum de asuntos, para lo cual les pagareis entre
todos un buen sueldo y aquí paz y después gloria.
Ahora bien, ¿cómo
sufragarían tanto gasto como se les venía encima cada año y cada mes? Pues el
padre, que era un tipo listo, pensó que ya que todos participaban de la
comunidad y comodidad, sería bueno que, de los pingües sueldos que percibían
cada mes o cada año, todos detrajeran una cantidad para el dicho sufragio. Con
este designio un buen día reunió este precavido personaje a todas las
criaturas, hijos, nietos y biznietos (que a todos alcanzaba la sabiduría del
buen hombre) y enseguida se echó de ver que no todos contribuían con la misma
alegría de la exacción de sus sueldos ganados con más o menos esfuerzos,
penalidades, ingenios, sudores o suertes. Cuestión que al padre no le impidió
sobre poner, pues además de listo como se ha dicho, era expeditivo y nada
remiso a asentar la mano en los casos de necesidad, y así vino a llamar junto a
sí a los más listos e inescrupulosos de sus nietos encomendándoles la ingrata misión
de fiscalizar, encontrar y echar mano de los caudales de sus padres, primos y
hermanos, allá donde se
hallaren, en la cuantía que este personaje por sí
considerase adecuada a cada cual. Para ello, el padre les proporcionó (más
gastos) elementos suficientes con que poner por obra el designio enconmendado:
cuadernos, bolígrafos, un cuartito en la casa, pizarras y aun ordenadores y
espías, y aun una compañía de los del garrote por si los apremios con dulzura
no eran lo bastante eficaces entre los familiares renuentes. Empleados
tributarios se llamaron y dijeron que, si bien árduo, no les arredraba la
dificultad y peligrosidad del trance, y que, de una u otra manera, ellos
allegarían los caudales que se les encomendasen, tantos como fueren menester.
En esto que se pensó
que, para mejor se gobernar, sería bueno hacer contabilidad de los caudales
gastados, allegados y disponibles.
- El total del sueldo de todas las criaturas del cortijo más
lo que ganaba el cortijo de las tierras, rebaños y piaras comunales sería el
Producto Interior Bruto PIB.
- A la suma de todos los gastos comunales, tanto en facturas
como en sueldos a las agencias, empresas, ayudantes, vigilantes, contables, etc
que emplea o contrata la comunidad, sería el Gasto Público. Que, por cierto,
cada año viene a ser un pico.
Y así, allegando
caudales de la exacción de las criaturas y gastándose estos caudales en lo que
daba la fértil imaginación del padre, pues, además de listo, expeditivo y
generoso, también era imaginativo, vivieron mucho tiempo más o menos felices,
trabajando como burros o como perros, o como castores, tomándose unas cañitas
cuando podían o llevando a la parienta al chiringuito de la playa, con los
dineros que les quedaba después de la dicha exacción.
Pero un año el padre
se pasó de listo o imaginativo y púsosele en la imaginación que muy bien
podrían dedicar algún dinerillo en algunas cosillas que se le iban ocurriendo.
Más piscinas, más empleados, muchas, muchas televisiones y radios, y, por qué
no, ayuda a otros cortijos vecinos o del más allá. Advirtió entonces que con
los caudales allegados del año no tenían suficiente y estuvo triste y desconsolado
un tiempo, viviendo sin vivir. Entonces, el más listo de sus cientos de
ayudantes que ya tenía, deseoso de verle feliz, enjugándole las lágrimas con
dulzura vínole a decir con voz melíflua.
--Pierda cuidado,
señor padre, y no se apene por tan poca cosa, que esto tiene fácil solución.
--¿Cómo es eso?
Desgraciado, pues no ves que no tenemos caudales bastantes y ya estamos
sacándoles más de la mitad de lo que ganan las criaturas? ¿Qué quieres, que me
apedreen y me echen a trabajar y a ganarme la vida?
-Ah, nada de eso,
señor padre. Fíjese qué sencillo...
Y el ingenioso
ayudante le contó al padre por qué industria vendrían a hacerse con tantos
maravedíses como su imaginación requiriese.
Así, el padre, vino a comprender que, para poder llevar a
cabo su fechoría, le resultaría muy fácil pedir un présttamo a algunos
prestamistas, famosos por su generosidad, que estaban dispuestos a adelantar
esos pocos maravedíses que al padre le faltaban para realizar sus sueños.
Después de todo, con los chicos de la Tributaria y los vigilantes de la playa,
para devolvérselo, podía echar mano de más y más caudales de las criaturas del
cortijo, tantos como dieran de sí los sueldos hasta llegar a la totalidad, el
PIB.
-Pero las criaturas
me van a correr a gorrazos cuando se enteren de que me estoy gastando los
cuartos que no tengo y les estoy hipotecando y esclavizando a ellos y a sus
descendientes. -Decía el padre un tanto inquieto sin terminar de creerse el
éxito de la maniobra.
-Que no, que no,
padre; que no se entera. -decíale el listo de los tributarios- Mire, A los
dineros que nos gastamos les llamamos Gasto del Estado; a lo que sacamos de las
criaturas ingresos del estado, y aún mejor y más confuso si a esta partida le
añadimos lo que recaudamos honradamente de nuestras empresas, campos y rebaños
comunales.
-No puede ser; ¡se
darán cuenta! Pero hijo, siempre se verá que entre lo que nos gastamos y
recaudamos hay una diferencia y que éstta, la tendrán que pagar ellos mañana.
- Bah, eso se remedia
llamándole Déficit Público y así no nos apedrearán, padre, confíe en mí.
-Pero el año que
viene tampoco tendremos dineros para mis caprichos y, además, habrá que pagar
también el préstamo que estamos pidiendo.
-Ja ja ja. Pues no
pasa nada. Pedimos otro crédito y ya está. Tanto como necesite.
-Pero, hijo,
entonces deberemos un montón de dinero y ya si que no nos salva ni tu madre,
que en gloria esté.
-No pasa nada. Al
dinero que debemos le llamamos Deuda del Estado y a las cuentas que nos
hacemos, por si hay alggún hermano quisquilloso, presupuestos generales del
estado.
-Y el padre tuvo
éste por buen consejo y fízolo así, y fallose ende bien e gastó cuantos dineros
quiso. E fizo que lo pusieren en unos versillos que dicen así:
Cuando maravedises te faltaren,
pide un préstamo de presto,
para que otros lo pagaren.
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