Noticia extraída de Libertad Digital.
Núñez Feijóo devolvió la Xunta de Galicia al PP el pasado 1 de marzo entre promesas de regeneración democrática y, sobre todo, de extensión de las libertades civiles y lingüísticas a todos los ámbitos de la sociedad y especialmente al educativo. Los escándalos de gastos suntuarios con cargo al erario público por parte de los altos dirigentes socialistas y nacionalistas crearon el caldo de cultivo para lo primero y la rebelión ciudadana encabezada por Galicia Bilingüe –y personificada en la figura de Gloria Lago–, para lo segundo.
Pocas veces un compromiso electoral se formuló de manera tan clara, explícita y reiterada por parte de un político: derogación del decreto de política lingüística del PSOE-BNG durante los primeros 100 días de Gobierno y libertad de elección de la lengua en la enseñanza obligatoria. Promesas que repitió a los pocos días de ganar las elecciones al declarar que su objetivo era "promocionar y proteger el gallego bajo un marco de libertad lingüística, y no de imposición" y anunciar el fin de las Galescolas bajo la premisa de que no quería "imposición lingüística de ningún tipo"; y a principios de abril, cuando reafirmó sus compromisos bajo la proclama de que iba a "restaurar los derechos civiles de los gallegos" y de que ajustaría su política lingüística "a la opinión de los padres".
Pero ni a los 100 días derogó el decreto de política lingüística (más bien pervirtió su promesa nombrando a un conocido defensor de la imposición del gallego, Anxo Lorenzo, como responsable de Política Lingüística de la Xunta), ni el nuevo decreto que debía restaurar la libertad de elección de la lengua ha sido otra cosa que un enjuague con el que camuflar su flagrante y masivo engaño a los electores gallegos.
De las tres medidas en que debía concretarse esa liberalización educativa –autonomía parental para escoger la lengua en las troncales, casilla vinculante en el sobre de matrícula y libre expresión del alumno en clase– sólo la tercera aparece de una manera difuminada en el borrador del nuevo decreto (ya que no habrá libertad para utilizar los libros de texto en el idioma preferido por el alumno). En su lugar, Feijóo ha optado por imponer una enseñanza trilingüe en castellano, gallego e inglés como señal de pluralismo y diversidad: se ha trocado la libertad de elección por la coacción de un "equilibrio" precocinado.
Parece que en el nuevo PP no han terminado de entender que libertad consiste en no coaccionar a los individuos a la hora de adoptar sus decisiones y no en imponerles el menú lingüístico que el planificador de turno considera óptimo para una determinada sociedad. Así de simple: de lo que se trataba era de ampliar el rango de opciones de los padres y de los alumnos, no de predeterminarlo a una única opción donde todas las lenguas estén proporcionalmente representadas.
No sabemos si Feijóo mintió deliberadamente a sus votantes cuando realizó las promesas anteriores o si ha sido incapaz de resistir a las presiones de los nacionalistas. Pero en cualquiera de los dos casos, por falta de voluntad y de capacidad, ha incumplido la que sin lugar a dudas fue su principal promesa electoral. Tal y como ha declarado Gloria Lago sobre Feijóo en esRadio: "Este señor nos ha engañado y se ha aprovechado de la ilusión de unos padres que han trabajado y se han arriesgado".
Así cierra el año el PP, renunciando a una de las principales señalas de identidad de todo partido liberal-conservador: la defensa de la libertad como principio rector de una sociedad, también en la enseñanza. Lo peor es que no parece haber sido un error, sino una consolidada estrategia dentro de la formación política. Desde Elche, liberales y conservadores sobran; de ahí que Rajoy desee para el año que viene la misma deslealtad que ha ofrecido a sus bases en 2009.
viernes, 1 de enero de 2010
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